sábado, 7 de mayo de 2011

Chismorreo

Acción de hacer comentarios indiscretos y no verificados. Sinónimo de cotilleo, murmuración, habladuría. El chismorreo forma parte de nuestras relaciones sociales y aunque goce de nobles detractores debido a las connotaciones peyorativas que popularmente arrastra, ser tachado de cotilla es sinónimo de ofensa, en realidad bien podría definirse como hábito inherente al ser humano.
Resulta que los estudiosos de la conducta humana han evaluado la frecuencia con que nuestras conversaciones se convierten en chismorreo y según sus conclusiones, podríamos calificarlo, a la par que el fútbol, como el deporte estrella de nuestros momentos de ocio. Robin Dunbar, antropólogo y biólogo evolucionista, afirma que el 65% de nuestras conversaciones se dedican al cotilleo, y pese al tópico, sin distinción entre sexos. No os sorprendáis, los estudios demuestran que el mismo porcentaje lo destinan tanto hombres como mujeres aunque con fines distintos. Mientras que ellos lo utilizan con fines prácticos, para la consecución de intereses particulares, ellas lo utilizan como instrumento socializador. El chismorreo le sirve a la mujer para cimentar, desarrollar y consolidar relaciones sociales.
Pese a nuestras creencias, los expertos afirman que el chismorreo tiene su razón natural de ser y grandes virtudes. Le sucede lo que al queso de Cabrales, ¿algo que huele tan mal puede ser bueno? Fijémonos en el interés que despierta la prensa rosa que utiliza el mundo divinity como fuente de cotilleo. Los personajes famosos son considerados parte de la élite social y se convierten en un recurso muy habitual sobre el que opinar. Tomamos como referencia a aquellos que pertenecen a un status social superior y queremos saber qué hacen, cómo viven, porqué sufren o de qué se alegran. Ese interés por saber de los que están por encima de nosotros en la pirámide se debe a que somos seres jerárquicos. Es un acto que responde a nuestra condición humana y curiosamente, de entre todo lo que pueda sucederles, nos interesa especialmente lo negativo porque nos permite aprender de ello con el fin de tratar de evitarlo en nuestras vidas. Dunbar también define el chismorreo como un sistema excelente para condenar al que se sale de las conductas sociales. Y como actividad que se desarrolla entre varios individuos que expresan su opinión, nos permite socializar, nos une y nos cohesiona como grupo.
También la Universidad de Michigan, Estados Unidos, saca conclusiones al respecto, y en un reciente estudio asegura que chismorrear ayuda a sentirse cerca de un amigo, lo que aumenta los niveles de progesterona, una hormona sexual que fluctúa con el ciclo menstrual y que contribuye a la formación de caracteres sexuales secundarios femeninos, ayudando así a la reducción de la ansiedad y el estrés. Científicamente, han comprobado que esta actividad de carácter íntimo entre mujeres tiene una función positiva en su comportamiento. Chismorrear, criticar y mantener una actitud crítica entre amigas estaba mal visto, sin embargo, el estudio deja claro que no sólo reduce el estrés y la ansiedad, sino que las convierte en mejores personas.
De tan profundos estudios, conviene extraer que el chismorreo es una actividad óptima para la mejora de las relaciones sociales y de carácter saludable. Quién lo hubiera pensado. En consecuencia, sería aconsejable implantarlo como hábito en nuestro estilo de vida, como el deporte y los yogures con fibra. Quizá no nos guste al principio pero los expertos lo recomiendan. En mi caso, he empezado por cotillear una media hora al día, tres veces por semana y espero, para principios de verano, haber conseguido dedicarle un par de horas todos los días. Deciros que ya me voy sintiendo mejor persona y que hago nuevas amistades cada vez que voy a la peluquería. Y como último apunte, saber que el secreto está en la constancia.
¡Ánimo y a darle a la lengua!


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