miércoles, 14 de noviembre de 2012

Los verduleros de Colón


Hacía tiempo que no escuchaba el discurso de un sindicalista y los de cuatro de hoy me han impresionado. He sido testigo del fin de fiesta en Madrid de la Huelga General en este 14-N, respetando la nomenclatura de moda, escuchando a los que en el escenario de la plaza de Colón decían tener algo que decir. Y mi sensación fue que no dijeron nada.
Hablar, hablaron. De sus bocas salían palabras y de los micros, sonidos, pero en esencia fue como comerse un pastel al que alguien olvidó añadir azúcar. Asistí esperando oír algo motivador, pero no hubo sorpresa, explosión de sabor, deleite para el paladar, regusto a delicatesen,…Tan sólo hubo más de lo mismo y lo trágico de la situación es que, más de lo mismo, hoy ya no sirve. La situación que vivimos es tan extraña e insólita que se echan de menos discursos innovadores, propuestas y métodos que vayan más allá de lo ya conocido en la era sindical. Por contra, tuve la sensación de toparme con un grupo de verduleros de mercadillo que leían mecánicamente discursos fáciles, oxidados y manidos. Discursos que bien podrían ser los de hace cinco, diez o quince años, atemporales, como el sermón del párroco de iglesia o el discurso de Navidad del Rey. Las mismas caras, los mismos gestos. En definitiva, más de lo mismo. Creo que los tiempos que vivimos nos obligan a reinventarnos, a aplicar el I+D+I que tan bien funciona en los procesos industriales para avanzar un poco más, para salirse de esta cultura rancia sindical que nos está tocando padecer. Depurar sus filas y realizar un lavado de cara a esta valiosa herramienta de los no empresarios de España, por el bien de todos. Hace falta renovarse innovando, y pongo un ejemplo: evitar que el vago de turno se convierta en el próximo enlace sindical apostando por figuras rotativas, al estilo presidente de la comunidad de vecinos o delegado de la clase, de tal manera que la representación de los trabajadores fuera una tarea de todos.
Sea la mía válida o no, lo importante es que las ideas innovadoras llevan a quien las esgrime a la cabeza de la evolución y si no se evoluciona, se corre el peligro de quedarse obsoleto como le está ocurriendo al abanico de grupos sindicales que se mueve sin tener en cuenta la dirección en la que hoy, 14-N, sopla el viento.