lunes, 30 de abril de 2012

El bofetón de Europa

Nos han dado fuerte y todavía nos duele. Amarga medicina, de las pocas capaces de hacernos despertar del sueño de querer ser lo que no somos, de querer vivir como no podemos permitirnos, de querer aspirar a una categoría que no nos merecemos. El proyecto europeo quería convertir en micro-potencias económicas a todos los países vecinos, pero una cosa es querer y otra poder. Nos vendieron una nueva moneda como pasaporte infalible hacia los estratos superiores de la economía mundial, la zona VIP del primer mundo, y nos lo creímos. Pero, ¿quién diría ahora que en España dio resultado? No soy una experta en materias económicas, pero como consumidora de esa moneda me siento estafada y considero que la publicidad engañosa liderada por Centroeuropa nos ha metido en un buen lío.

Quizá las directrices pensadas para este proyecto tenían bases sólidas y fundamentadas, pero nadie pareció tener en cuenta que no todos éramos Alemania. España, el país de la mano de obra barata para las multinacionales francesas y germanas, con una economía basada en el carbón, los productos de alimentación, los textiles y el turismo, no era un aspirante preparado para sumarse a los grandes. Un país cuyo principal escollo no era su estructura económica sino su mentalidad. El país donde somos lo que tenemos y no lo que pensamos, el país del “Ande yo caliente, ríase la gente”, el país donde el 90% de la población sueña con un puesto de funcionario y acumular más “moscosos” en el calendario laboral que el vecino, no era un país preparado para el cambio. Gestionar con la excelencia requerida los procesos que habrían de llevarnos junto a la élite era una tarea que exigía unas cualidades tales como inteligencia, esfuerzo, amplitud de miras, eficiencia y constancia que nuestra clase política, bebiendo de la misma mentalidad, nunca ha sabido demostrar. Una clase política vendida a los pactos con determinadas minorías y autonomías, vendida al trabajo fácil, vendida al gasto que proporcione votos, vendida a los intereses de los bancos, vendida al beneficio personal de ocupar un cargo y no al bienestar de un país. Una clase política que decidió cursar la carrera europea para después no asistir a clase y que ahora nos hace responsables de su amplia cosecha de suspensos.
Europa se nos atraganta cada vez más y la situación actual me lleva a pensar que sólo nos ha servido a los españoles para familiarizarnos con la palabra subvención y para viajar allí donde la peseta no nos dejaba llegar. Confío en que terminemos aprendiendo de las lecciones que da la vida, la de ahora “El éxito sólo está al alcance de unos pocos y, con contadas excepciones, para quien lo trabaja”, y que antes de volver a lanzarnos a la captura de un sueño pensemos seriamente si tenemos la mentalidad apropiada para acometerlo y aptitudes para conseguirlo.

lunes, 16 de abril de 2012

Guinea no entiende al Pocero

El constructor Francisco Hernando Contreras, popularmente conocido como “El Pocero”, vive una vida de cuento y no es una frase hecha. Salido de la nada, sin estudios ni formación, protagonizó primero “Jack y las judías mágicas” al comienzo de los años dorados del ladrillo en España. Poco después encarnaría al mismísimo “Rey Midas” en plena dilatación de la burbuja inmobiliaria. Por último, y curiosamente, se vestiría de joven aldeana para producir y  protagonizar no una, sino dos versiones distintas del cuento de la lechera. Una versión española, ambientada en  Seseña, en la provincia de Toledo, durante los últimos coletazos del sueño inmobiliario; y la otra africana, en Guinea Ecuatorial, persiguiendo, ávido de fama, el reconocimiento de su talento a nivel internacional.

Talento que los críticos guineanos no han sabido reconocer y es que, pese a cuatro largos años de rodaje, el trabajo realizado por el ilusionado Francisco, Paco “El Pocero”, no ha calado hondo en sus corazones. Tachado de “poco serio”, su proyecto sobrepasaba los límites de audiencia y el entendimiento de las autoridades que no han tenido pelos en la lengua a la hora de definir como “fantasma” el largometraje.
El equipo y el propio Paco, todavía se preguntan cómo pueden ser tan decisivos los aspectos culturales a la hora de promocionar un proyecto de este tipo y es que, mientras que en España  se les tendió una alfombra roja bajo sus pies, en Guinea Ecuatorial les han hecho morder el polvo. Esto último ha provocado que circulen serias críticas acerca del poco criterio que existe en nuestro país a la hora de conceder sin más el visto bueno a este tipo de proyectos, inviables desde un punto de vista práctico y funcional, y que muchos hayan empezado a asumir que Guinea Ecuatorial nos ha dado una lección a los españoles. Mientras tanto, no se puede  asegurar con certeza que Paco planee apearse del burro, ya que quienes le han visto todavía sobre él, apuntan a una posible secuela del Quijote llamada “El no menos ingenioso escudero Sancho Panza”, cuya trama giraría en torno al sueño de la sobreurbanización de la Ínsula de Barataria.  

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