lunes, 24 de septiembre de 2012

Energúmenos

Interiormente agitado es la diplomática manera que tenían los griegos de llamar a aquellas personas idas, locas de atar, perturbadas, arrebatadas o furiosas a las que yo prefiero llamar energúmenos, por no decir poseídos del demonio, que serviría correctamente como acepción pero que su uso en el desarrollo de este post se me antoja más largo de escribir.
 
De estos seres encontramos muchos a diario. Tenemos energúmenos que deciden pasearse por la autovía en sentido contrario, energúmenos que destrozan mobiliario urbano a la salida de un partido, los hay que apuñalan a sus parejas y también hay energúmenos que queman a sus hijos en la finca familiar. Reconozco que definir a estos seres como personas interiormente agitadas se me antoja tan ridículo como lo sería calificar a un terrorista de persona políticamente agitada. Los griegos se quedaron cortos y por eso me quedo del lado de Santo Tomás de Aquino que los diagnosticaba como endemoniados o poseídos del demonio y les recetaba convenientes exorcismos.
 
Energúmenos como éstos ya sabemos que abundan, pero el que me preocupa especialmente es el que le ha roto cinco de sus dientes y una muñeca, con la hebilla de un cinturón, la pasada madrugada a un joven miembro de mi familia cuando regresaba a su casa, y que de no ser por la pareja de municipales que consiguió quitárselo de encima, quizá el post no hubiera hablado de perturbados sino de asesinos. Sólo deseo que los exorcismos contemporáneos que nuestra Justicia practica para este tipo de seres sean más eficaces a la hora de barrer demonios de nuestras calles.

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